La Asamblea General de la ONU condenó el jueves por 29ª vez el embargo estadounidense impuesto a Cuba hace casi 60 años por 184 votos contra dos, los de Estados Unidos e Israel.
Hubo tres abstenciones: Ucrania, Brasil y por segunda vez Colombia, aliado de Washington.
En 2019, durante la presidencia del republicano Donald Trump, el gobierno brasileño del ultraderechista Jair Bolsonaro votó contra la resolución cubana que condena el embargo.
Por primera vez desde 1992, el voto anual de condena al embargo estadounidense contra la isla fue suspendido en 2020 debido a la pandemia de coronavirus.
“Como el virus, el bloqueo asfixia y mata y debe cesar. ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!”, dijo el canciller cubano, Bruno Rodríguez Padilla, al culminar un discurso presencial de 30 minutos en la Asamblea General.
El embargo estadounidense, impuesto a La Habana hace 59 años y endurecido en varias oportunidades, no ha logrado derribar el gobierno del Partido Comunista cubano.
El canciller cubano indicó que desde que el presidente John F. Kennedy impuso el embargo a Cuba en febrero de 1962, en plena Guerra Fría, menos de un año después de que Fidel Castro declarase el carácter socialista de la revolución, éste ha provocado perjuicios a la isla por 147.853 millones de dólares a precios corrientes.
“El daño humano del bloqueo es incalculable. La vida de ninguna familia cubana escapa de esta política”, lamentó.
Estados Unidos defendió en la Asamblea las sanciones contra Cuba como una manera de “hacer avanzar la democracia, promover el respeto de los derechos humanos y ayudar al pueblo cubano a ejercer sus libertades fundamentales” en la isla.
“Estados Unidos está con todos en la defensa de la libertad de Cuba. Los cubanos, como todas las personas, merecen el derecho a libertad de expresión, reunión, cultura”, dijo el coordinador político de la misión estadounidense ante la ONU, Rodney Hunter.
“Ningún gobierno debe silenciar a sus críticos mediante violaciones de sus derechos humanos. Estados Unidos se opone a esta resolución”.
El embargo a Cuba fue aprobado por ley y solo el Congreso estadounidense puede ponerle fin.
Una sola vez, en 2016, Washington se abstuvo de votar en contra de la resolución cubana de condena al embargo, en un contexto de acercamiento del gobierno de Barack Obama hacia la isla. Las relaciones entre ambos países fueron restablecidas en 2015.
Pero Donald Trump dio marcha atrás a ese histórico acercamiento: volvió a declarar al país comunista como estado patrocinador del terrorismo e impuso cerca de 250 nuevas sanciones contra Cuba.
Las medidas provocaron una crisis de energía y combustible, restringieron los viajes de turistas estadounidenses a la isla y el envío de remesas de cubano-estadounidenses a sus familiares en Cuba.
El presidente estadounidense, Joe Biden, que como vice de Obama participó en la política de acercamiento con Cuba, no ha revertido ninguna de las sanciones impuestas por Trump desde su llegada a la Casa Blanca en enero.
No obstante, en su campaña había prometido hacerlo y había señalado que la línea dura de Trump contra Cuba “no ha hecho nada para avanzar en la democracia y los derechos humanos” en la isla.
En marzo, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, afirmó que “un cambio en la política hacia Cuba no figura actualmente entre las mayores prioridades del presidente Biden”.
Biden es rehén de dos fuertes senadores de línea dura contra Cuba, el demócrata Bob Menéndez (Nueva Jersey) y el republicano Marco Rubio (Florida), a los que necesita para confirmar en la Cámara Alta a miembros de su equipo, explicó a la AFP el experto en política latinoamericana Christopher Sabatini, de Chatham House.
Biden “entiende que el embargo contra Cuba es un fracaso” pero “no hará nada que pueda enojar por ahora” a estos congresistas, estimó.
Pero una vez que su equipo sea confirmado por el Senado, comenzará a flexibilizar la política hacia Cuba, aunque con cambios “menos dramáticos” que los aprobados por Obama, opinó Sabatini. “No veremos cambios rápidos”.
Las dos derrotas consecutivas de los demócratas en las presidenciales en Florida también pesan en la política estadounidense hacia la isla.
Sabatini recordó el gran apoyo de la opinión pública en 2014 en Florida al acercamiento hacia Cuba liderado por Obama, pero dijo que “eso ha cambiado” y en parte la culpa es de los demócratas que se confiaron demasiado de un triunfo en ese estado.
Los demócratas “perdieron la batalla de la opinión pública en Florida” y deberán trabajar duro si quieren recuperarla, sostuvo.